Nov 6, 2016

Una bengala oportuna


Este fin de semana asistimos en Twitter una auténtica batalla campal de "todos contra todos" a costa de los deberes y la famosa huelga: familias y docentes tirándose los trastos a la cabeza, a propios y extraños.  Aunque ya había hablado de los deberes en este blog, voy a resumir aquí mi posición. 

Y es que hablar así, en general, de "deberes" nos lleva a no argumentar nuestras posiciones con claridad suficiente. 140 caracteres no nos dan de sí. Nos enzarzamos en ocasiones en debates estériles porque no hablamos de lo mismo. 




La "huelga de deberes" ha herido, por lo visto, muchas sensibilidades y hay quienes la sienten como un ataque directo a la línea de flotación de la escuela. Se cuestiona nuestro trabajo y se invaden nuestras competencias. Han hablado de "ataque", "agresión", "desprestigio", "rebelión"... Yo no lo creo.  Opino que se trata de una llamada de atención que nos debe ayudar a reflexionar y , por qué no, a poner en duda, algunas de las inercias del sistema educativo. Y los deberes son una de ellas. De momento, ha servido para abrir el debate y vaya si lo ha conseguido. Aprovechemos esa bengala para iluminar todo este asunto que tiene sus luces pero también sus sombras.




Pensemos también que la Educación es un servicio público. Algunos comparaban la huelga de deberes con llevar la contraria a los médicos cuando te recetan un tratamiento. ¿Cuántos de nosotros no quedamos contentos con nuestros doctores y no nos conformamos con sus diagnósticos y buscamos una segunda opinión? Pero nos revolvemos e indignamos cuando una familia "duda" de nuestro diagnóstico y nuestro "tratamiento" para resolver las dificultades de aprendizaje.  Como dijo alguien: "los derechos y los deberes son como las palmeras: no dan fruto si no crecen uno al lado del otro". Podemos aplicarlo perfectamente a estos "deberes". 

Me resisto a ver a las familias como enemigos que acechan tras un arbusto cual depredador esperando a cazar a su presa. Prefiero verlos como ciudadanos/as críticos que buscan lo mejor para sus hijos y que no entienden algunas cosas de las que mandamos o hacemos en la escuela. Y en vez de explicar, argumentar y convencer nos dedicamos a defendernos como gato panza arriba dando arañazos al primero que abra la boca. Que debamos cambiar algo no significa que todo lo hagamos mal. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que es posible que podamos mejorar introduciendo pequeños cambios en nuestro trabajo cotidiano? Una sociedad que ha cambiado tanto y tan rápido en usos y costumbres es lógico que exija una escuela adaptada a esa realidad. 

Por otro lado, he leído también en Twitter a maestros que proponían una "huelga de corregir" como contrapartida a la huelga de deberes. Decía Fernando Trujillo  que "los exámenes nos dan la información que queremos y no la información que necesitamos". Sería muy largo abrir otro debate sobre las notas y los exámenes o "controles". Sobre su fiabilidad y validez y sobre su pertinencia como herramienta de evaluación, sobre el concepto de enseñanza y aprendizaje que esconden. Otra de las claves educativas es la evaluación: la forma de evaluar de un centro educativo dice mucho de su forma de enseñar y de su manera de entender el proceso de aprendizaje. Muchos maestros/as, me consta, nos declararíamos en huelga de notas porque no sirven para lo que dicen servir. Deberían ser una ayuda para mejorar, para el alumno y para el maestro/a. Y no lo son. Puestos a eliminar cosas...


Deberíamos reflexionar sobre la necesidad, incluso la legalidad, de que los docentes "invadamos" las competencias de los padres obligando a estar 2 o 3 horas diarias a un niño de 9 o 10 años haciendo tareas escolares tras finalizar su jornada de 5 horas. Una cosa es aconsejar una tarea específica para superar una dificultad específica y otra hartarlos a deberes rutinarios e inútiles. ¿Hasta qué punto puede tener reflejo en la calificación una tarea que se realiza fuera del aula y sin saber bien cómo y en qué circunstancias se ha realizado?. ¿Traer los deberes hechos es realmente un reflejo de que el alumno se ha esforzado o es un indicador  de que ha aprendido ciertos conocimientos?.


 Leo algunos argumentos que se utilizan en la red a favor de los deberes:

  1. para reforzar el aprendizaje y fomentar el esfuerzo
  2. - para crear hábitos de estudio y disciplina
  3. - porque no da tiempo a ver todo en clase
  4. - porque los padres lo demandan
  5. - porque son necesarios
  6. - porque no van a estar toda la tarde sin hacer nada.
  7. - porque lo ha mandado el profesor y hay que cumplir lo que diga.

Personalmente, creo que


1- el aprendizaje no necesita deberes para ser "reforzado" si se crean en el aula contextos de aprendizaje de calidad; mis alumnos se esfuerzan cada día así que no necesito deberes para "fomentar el esfuerzo", necesito un diseño de clase atractivo y motivador. Aquí deberíamos hablar (el verdadero debate es ése) sobre qué hacen los alumnos durante 5 horas en el colegio  (también la Administración podría echar una manita reduciendo las ratio o ampliando plantillas). Las tareas para casa deben complementar esas competencias básicas que trabajamos en el aula pero que sabemos que no solo se adquieren allí. 

2- Otras tareas pueden crear ese hábito de estudio y esa disciplina (entendida como fuerza de voluntad) tan deseables. Los que se manifiestan en contra de los deberes suelen hacerlo entendiendo como deberes  las tareas repetitivas, copias, cuentas y ejercicios rutinarios del libro de texto y, lo que es inaudito, iguales para todos los alumnos y alumnas, independientemente de su competencia curricular y sus necesidades educativas. 

3- en mi clase "da tiempo a ver todo" ya que no uso libro de texto y tienen cabida multitud de contenidos. Quizá sea momento para reflexionar (y exigir y movilizarnos) por ese absurdo e ingente currículo (como explicaba de forma genial Jaume Martínez Bonafé) y  por esos estándares que dificultan un aprendizaje realmente significativo. Son un obstáculo en nuestra labor.  ¿Queremos que se nos tenga en cuenta y dignificar nuestra labor? Pues luchemos por ello y seamos algo más que meros aplicadores de libros de texto y guías del profesor. 

4-Muchos padres no lo "demandan", al contrario; solo falta ver cómo está el patio. Y no seré yo el que me adentre en semejante laberinto para explicar qué motivos llevan a los padres a exigir o rechazar los deberes. Tienen su derecho, como nosotros, a opinar y a expresar su opinión libremente sin ser demonizados. Sin el foco mediático de la "huelga" el debate no se habría abierto.

5- No son necesarios, como demuestran todos los estudios sobre el tema, del que hablaré más adelante. Al menos, para lograr lo que dicen que persiguen. 

6 - Estos argumentos caen por su propio peso. Nadie está apostando por estar "sin hacer nada", igual que no creo que nadie esté en contra de crear "hábitos de esfuerzo, estudio o disciplina".

7- Eso que he leído por ahí de "lo que diga el profesor, bien dicho está", como "ha sido siempre", en fin, al menos yo, no me considero infalible. Creo que la intención de la huelga no es llevarnos la contrario o socavar nuestra autoridad. Es hacernos reflexionar sobre lo que hacemos dentro del aula, sobre nuestras prácticas educativas cotidianas. 

¿Qué nos indican los estudios internacionales?

1- España es uno de los países que más deberes manda (6,5 horas de media) y, sin embargo, no sitúa a nuestro país entre los países con mejores resultados educativos según todas las evaluaciones internacionales. En muchos países, los deberes están incluso prohibidos en la etapa de Primaria.

2- no tienen como consecuencia una mejora del rendimiento de los alumnos, en Educación Primaria.  «Los países que mandan menos deberes tienen los mejores resultados» en el  informe PISA , según el Observatorio de la Infancia belga.

3- producen desigualdades sociales (como denuncia la OCDE), o al menos, las mantienen o profundizan, ya que hay familias que por sus condiciones económicas, sociales y culturales pueden "ayudar" a sus hijos, mandarles a "clases particulares"... y otras familias no pueden. Muchos padres tienen horarios laborales que les hace imposible prestar esa ayuda a sus hijos.

4- Son motivo de tensiones familiares y escolares: castigos, amenazas, discusiones.... La vida familiar gira muchas veces en torno a los deberes, y también la escolar con tensiones varias (castigarles por "venir sin deberes", dejarles sin recreo, expulsarles de clase mientras se corrigen, bajarles las notas, dedicar mucho tiempo a "sermonear" sobre la importancia de hacerlos, fijarnos exclusivamente en si están hechos o no pero no en su calidad... ) . Por otro lado, muchas veces las "ayudas" en casa (padres, profes particulares, academias, hermanos mayores....) no están medidas y hay alumnos que simplemente "hacen" los deberes o se los hacen sin que ello suponga ninguna mejora en su aprendizaje real. Además, creo que cuando un alumno se enfrenta a ciertas tareas debe hacerlo en presencia de su profesor: nadie mejor que él para guiarle en su aprendizaje, aclarar dudas, plantear retos, y medir la ayuda justa que promueva un aprendizaje autónomo y significativo. Pregunten a los expertos en didáctica de la Lengua qué les parece ese "deber para casa" tan utilizado de "escribir una redacción sobre las vacaciones" (o cualquier otro tema) y la importancia de componer textos (en todas sus fases y redactar no es la primera) en presencia del maestro que facilite, aconseje, explique, sugiera... durante la escritura y no solo corregir el resultado final.

5-Crean cansancio y rechazo entre muchos alumnos entre los de mejor rendimiento y también entre los que tienen más dificultades. Reconozcamos que solemos mandar la misma tarea para todos. A unos les supone un esfuerzo inútil (hacer por hacer, si ya dominan la tarea no mejora su rendimiento) y a otros, les supone un obstáculo que acentúa su sentimiento de fracaso (si no saben resolver la tarea ellos solos, la repetición errónea de ejercicios solo crea frustración). 

6- Impiden o dificultan realizar otras actividades (deportivas, culturales,...) tan necesarias para la educación integral de la persona. Hay vida y aprendizaje más allá de los libros y la escuela.





Ya he compartido con todos otra forma de mandar "deberes", con ejemplos prácticos de tareas, no sé si peor o mejor, solo sé que a mí me funciona. ¿De verdad que a todos los maestros/as que defienden los deberes, les son útiles para el aprendizaje y les sacan provecho?. Como explico en esa entrada, los alumnos/as leen, investigan, redactan, conversan, dibujan, ... Dedican parte de su tiempo libre a la formación y al estudio sin necesidad de estar sentados delante de un libro copiando enunciados o resolviendo ejercicios sin ningún sentido, con tareas repetitivas e idénticas a las practicadas en el aula. Debemos buscar tareas que potencien la reflexión, el pensamiento crítico, la búsqueda y selección de información, la opinión personal, la creatividad...


En definitiva, el asunto verdaderamente urgente y preocupante es que debemos revisar nuestras prácticas educativas para lograr un aprendizaje más eficaz y duradero. El cambio debe venir desde dentro de las aulas y  no con leyes (¡otra más!). Es hora de replantearnos qué sucede en nuestras aulas: qué enseñamos, cómo lo hacemos, qué evaluamos y cómo lo hacemos. Si en clase nos dedicamos a explicar y luego mandar deberes para terminar con el "control", no nos deberían extrañar las consecuencias. La clave está en qué hacen los alumnos en el aula. Si se dedican a HACER y CREAR y no solo a escuchar al profesor, los deberes no tienen sentido.  Hoy día, un niño/a puede llegar al aula con su cartera cargada de libros y cuadernos,  pasar 5 horas sentado copiando en su cuaderno sin abrir la boca y volver a casa a hacer sus deberes. Y será considerado un buen alumno y sacará, probablemente, muy buenas calificaciones. Otra cosa es cuánto tiempo tendrá en su cabeza esos conocimientos y si será capaz de "movilizarlos", asimilarlos y recrearlos, hacerlos suyos para aumentar su "competencia". 

Muchos maestros/as nos hemos convertido en meros aplicadores de libros de texto o guías didácticas de una editorial. El libro despoja al maestro de su función y su esencia.  Me niego a que las editoriales decidan qué debo enseñar, con qué secuencia, que elija los textos y el nivel de profundidad, que redacte las preguntas y que me imponga qué es importante y qué no. Me niego que me digan qué lecturas deben realizar mis alumnos y dudo que puedan suplantarme eficazmente a la hora de elegir los problemas de matemáticas más adecuados para el progreso de unos  niños y niñas que no conocen. Y no hablemos si también decide qué y cómo voy a evaluar.  Comencemos nosotros por reivindicar nuestra labor, cada vez más compleja. 

Nos enojamos cuando "las familias invaden nuestras competencias", ponemos el grito en el cielo, cuando somos los primeros en denigrar nuestro trabajo. No utilicemos a las familias, porque ejerzan su derecho a discrepar, como escudo protector de nuestras propias limitaciones.  









No comments:

Post a Comment