Jan 27, 2016

CONSTRUYAMOS PAZ

Un año más se acerca la celebración del DENYP: el Día Escolar de la No Violencia y la Paz.  Una jornada educativa que se celebra desde 1964 en muchos centros educativos el 30 de Enero, fecha del asesinato de Gandhi, en 1948.
Un año más se llenarán las escuelas, por un día, de palomas y frases bonitas. Hablaremos del líder hindú y de Martin Luther King y cantaremos, seguro, una linda canción sobre la paz.
Pero este año creo que deberíamos incorporar, ya en el aula, ya en casa, alguna reflexión sobre tres temas que considero básicos cuando hablamos de la paz, en el día a día, lejos de celebraciones puntuales. Tres temas a los  que creo que los niños y niñas deben acercarse para comprender el mundo en el que viven, y con el que se van a encontrar cuando sean mayores; un mundo al que deben acercarse, poco a poco, con una visión globalizada, humanitaria, solidaria y crítica. 

La crisis de los refugiados está poniendo a prueba los valores de tolerancia, respeto a la vida y a los derechos humanos y la propia convivencia pacífica de nuestra sociedad



Ocho mujeres han sido asesinadas en España en 25 días: 4 cada semana desde que comenzó el año. La violencia de género es algo más que un suceso y afecta a toda la sociedad independientemente de la edad, el origen o la condición social.  La educación, en clase y en casa, en  igualdad de niños y niñas, en el respeto al otro sexo, en la eliminación de estereotipos y prejuicios, en el cambio de comportamientos y actitudes hacia las niñas y mujeres...es un paso ineludible y un compromiso obligado.





Hace unos días tuvimos una noticia que nos debería hacer reflexionar a los adultos: maestros, maestras, padres y madres. El suicidio de un niño de 11 años porque no soportaba ir a la escuela al sentirse acosado. Sabiendo de la complejidad de estos casos, sí creo que debemos trabajar en el aula y en casa el control de las emociones y la resolución de conflictos para evitar y prevenir las actitudes agresivas o violentas (la violencia también se aprende) y buscar una convivencia pacífica y respetuosa en las aulas desde la participación e inclusión de todos y todas los niños y niñas.


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Quizá, todo ello, nos lleve a pensar que debemos educar el corazón y no solo el cerebro. Que no es necesario elegir entre "saber" y "sentir". Que no merece la pena enseñar nada si en el proceso hay "daños colaterales" en la autoestima de algún niño/a. Que tan importante es aprender cosas como aprender a ser y aprender a convivir pero que a todo eso también se aprende, no por inercia o de forma natural sino a través de acciones planificadas y organizadas. Que el bienestar afectivo no es un objetivo del aprendizaje, es una condición sine qua non para que el aprendizaje pueda ser eficaz. Que el diálogo es la mejor forma de resolver conflictos y encauzar emociones y que a dialogar también se aprende. 
Que la paz, esa paz que celebraremos esta semana, se construye cada día con pequeños grandes gestos: la gestión democrática del aula y la familia,  el trabajo auténticamente cooperativo en clase, la participación real de los niños y niñas en su proceso de aprendizaje, la asunción de responsabilidades, la identificación-comprensión y control de nuestras emociones y las de los demás,...
No basta con hacer algunas actividades para celebrar tal o cual día. Busquemos tiempos cada día para escuchar, para dialogar, para acostumbrarnos a preguntar a nuestros niños y niñas, alumnos y alumnas:  cómo te sientes, cómo crees que se siente el otro, cómo te sentirías en su lugar, por qué crees que has hecho esto, qué habrías podido hacer en lugar de esto...solo así podremos ayudar a entender las motivaciones que están en la base de los conflictos y empezar a resolverlos. Solo así, lograremos un mundo un poquito mejor. Construyamos Paz. 

Jan 19, 2016

D.E.P. EDUCACIÓN COMPENSATORIA.

Todos los docentes sabemos que la Educación Compensatoria atiende a alumnos/as con un desfase curricular de dos años, sean estos causados por el motivo que fuere y en situación de desventaja social y que la finalidad es "compensar" esas desigualdades para poner a esos chicos  y chicas en igualdad de condiciones que el resto de compañeros proporcionándoles una educación integral.

Hasta hace un tiempo, esos alumnos/as eran objeto de un trato diferenciado:  eran atendidos por un profesor/a específico (no le llamaré "especialista" con objeto de ser lo más preciso posible) en un lugar específico (no le llamaré "aula", por el mismo motivo) y además, eran evaluados según una adaptación curricular elaborada por el tutor.

No es mi propósito cuestionar el procedimiento "real" de inclusión de alumnos en ese programa ni el mal uso de algunos que aprovechan para "deshacerse" de alumnos problemáticos o de difícil atención que "no siguen el ritmo de la clase" (como si no fuera la clase la que debería seguir el ritmo de los alumnos). Ni siquiera  cuestionaré ahora la misma  necesidad del programa de Compensatoria, que quizá aleje y no acerque al alumno a "lo que sucede en el aula";  habría mucho que decir si nos adentramos en términos como "educación inclusiva", "aula integradora", "metodologías activas", "atención a la diversidad", "curriculum flexible y autoestima"... Ya habrá momento de eso. 

Lo que ahora me urge es  expresar un sentimiento. Un sentimiento de sorpresa, de perplejidad mejor, y de pena, quizá de enfado. Impotencia, al fin. 
A partir de ahora, mis alumnos/as de Compensatoria serán evaluados como el resto de los alumnos; es más, la directriz que llega a los equipos directivos y que estos nos trasladan  a nosotros, es que "hay que suspenderlos".
¿Para qué entonces diseñar unas adaptaciones? ¿Qué hay que adaptar? ¿Para qué sacarlos de la clase? ¿Para qué tantos recursos?  ¿Para qué materiales adaptados?
¿Alguien puede darme alguna respuesta convincente?
 Y lo que es peor...
¿Cómo  le digo a mis alumnos/as que deben esforzarse por mejorar? ¿Cómo les explico que, con la ayuda de sus compañeros y su maestro, lograrán superar sus dificultades? ¿Cómo les convenzo de  que con trabajo, voluntad y estrategias adecuadas puede lograrse cualquier meta? ¿Cómo les explico eso y después le digo "...pero en junio, que sepas que, hagas lo que hagas,  estarás suspenso". 

¿O es que alguien piensa que con dos horas semanales de  atención "especializada", un niño/a va a superar sus dificultades provocadas por largos cursos  repletos de absentismo, de abandono familiar, de desidia escolar que aumenta esas enormes lagunas de aprendizaje, de falta de expectativas, de vivencias de fracaso y de complejos personales y sociales, de desconocimiento del idioma...? 

¡Ojalá el "lumbreras" que ha planteado tal cuestión viniera a los centros a iluminarnos esa oscuridad en la que vivimos y  que nos impide a algunos ver las ventajas de esta nueva agresión educativa. Porque eso es, a mi juicio, esta norma. ¿Es equidad tratar a todos por igual? Por supuesto que no. Habrá que preguntarse, entonces, qué hay detrás de esa norma. ¿Qué esconde? Nada es casual.

Y antes de acabar, sorpresa y pena me causa de igual modo ver la "no respuesta" de muchos compañeros/as , incluidos algunos "de compensatoria", que lejos de movilizarse contra este sinsentido, lo asumen como si nada hubiera cambiado. "Es lo que hay".
En eso estamos de acuerdo. Es lo que hay. 

Jan 4, 2016

¿un pacto educativo? sí, pero conmigo mismo.

Comienza un nuevo año. Es tiempo de propósitos, retos y deseos. No voy a compartir toda la lista, que es larga; tan solo, compartir mi gran propósito para el 2016: un gran pacto educativo. No, no se trata de soñar con que los políticos se pongan de acuerdo en un asunto como éste, no soy ningún iluso y no sueño cosas imposibles; nuestros políticos están ocupados y preocupados en otras cuestiones “más importantes” y ya sabemos que la Educación no es una de ellas.
Te estarás preguntando, entonces, de qué pacto se trata. Te aclaro el misterio: me he propuesto un pacto educativo…conmigo mismo.  Y me lanzo rápidamente a explicarme antes de que  dejes de leer esta reflexión.
Imparto clases en 5º de Primaria en un colegio público en el sur de Madrid.  Son ya 29 años, en los que ha habido de todo. Me ahorro detallarlos y los resumo en pocas palabras:
Desde hace 10 años participo en el programa eTwinning, en proyectos de colaboración escolar con otros países de Europa; eso supuso un vuelco total en mi práctica docente; he incorporado a esa práctica,  técnicas de aprendizaje cooperativo y llevo varios años trabajando sin libros de texto, que he sustituido por materiales propios incorporando las TIC (con mi propia web y con el uso de blogs y wikis) y trabajando por y en  proyectos (La historia es puroteatro, El quijote con las TIC, Palabras azules, Luces para aprender…) y me encuentro muy cómodo así.  Comparto ideas y trabajos en cursos y MOOCs de todo tipo (ABP, Competencia Digital,  eTwinning en abierto, Narración Digital, TIC e innovación…) y aprendo con entusiasmo  de los “imprescindibles” como @tonisolano  (Toni Solano),  @ftsaez (Fernando Trujillo), @LourdesGiraldo (Lourdes Giraldo), @dancassany (Daniel Cassany) y tantos otros.
Pero continuamente me he estado preguntando si hago lo correcto. ¡Son tantos los que te lo recuerdan cada mañana!. Estoy convencido de que sí pero es difícil luchar cada día y mantener tantos frentes abiertos: los compañeros, el equipo directivo, las familias, la misma normativa educativa (no nombro la inspección porque ni está ni se le espera, ¿no se le puede llevar a la mesa de absentismo escolar? ). Tengo épocas de entusiasmo en las que, cual anticiclón de las Azores, vivo bajo un cielo azul y plácido pero rápidamente se cubre de borrascas que solo traen vientos huracanados, frío y lluvia diluviana.  Y no hay “hombre o mujer del tiempo” que se atreva a avanzar ninguna  predicción para el mundo educativo en los próximos... ¿días?,  no, yo diría en los próximos años.  (Total, con echar la culpa “al Niño”,  para variar…)

Reconozco que estoy cansado, incluso harto. Cansado de tener que justificar continuamente mi metodología, cuestionada cada día; cansado de repetir entre mis compañeros mis ideas, compartir materiales y mostrar los productos del trabajo escolar sabiendo que es predicar en el desierto;  cansado de nadar contracorriente en una marea de hastío y desidia;  y estoy harto, harto de escuchar los mismos comentarios (“qué más da, no sé para qué te complicas la vida, si vas a cobrar lo mismo, si no merece la pena, para lo que nos pagan, si no depende de nosotros, si las familias no colaboran, si los alumnos no se esfuerzan...”); harto de esta “pedagogía clandestina” en la que parece vivir uno, escondiéndose e intentando que no se note mucho, porque lo mejor es pasar inadvertido, y harto de seguir soportando comentarios y miradas incluso despectivas. 

Pero se acabó. De este año no pasa. Este 2016 voy a hacer un pacto educativo conmigo mismo: cargado de fuerzas y razones habrá que dar un paso al frente y acabar con esa lucha. 2016 será el año de ese genial "golpe de Claustro" de las #educentadas 



  De momento, he acabado con los deberes escolares tradicionales y con los exámenes de siempre. En clase, evalúo con rúbricas propias y con portfolio.  Se acabaron los boletines de notas que no informan de nada y que no sirven al alumno para intervenir en su proceso de aprendizaje.  He reunido a las familias y  les he explicado mis iniciativas. Afortunadamente, cuento con su apoyo, no sé si muy decidido, pero ilusionante. Ahora me toca lidiar con mis compañeros, con el Claustro y con el equipo directivo.  

Ya está bien de mediocridades, ya está bien de programaciones copiadas de esa editorial,  ya está bien de convertir la labor docente en la mera aplicación de un libro de texto, ya está bien de normas absurdas y ridículas que enseñamos y obligamos a obedecer, ya está bien de estándares que perpetúan aprendizajes memorísticos, ya está bien de Claustros aburridos y estériles, ya está bien de Comisiones que no se reúnen y de Sesiones de Evaluación que no evalúan y de Memorias para cumplir el trámite; basta de quejas por los pasillos; basta de utilizar a los niños y niñas o a las familias como escudo protector de nuestras propias limitaciones.

Creo que otra escuela es posible, una escuela integradora, solidaria y  tolerante que asuma la diversidad como un valor, donde no sobre nadie, porque a cooperar y a convivir también se aprende;  una escuela que se convierta también en un espacio de aprendizaje docente, una escuela acogedora donde se vivan clases “memorables”, como dice @ftsaez, donde de verdad, pero de verdad, los alumnos tengan la palabra.  No hay que innovar para cambiar las cosas, hay que innovar porque las cosas cambian y la escuela no es que no deba quedarse atrás, es que ya hace tiempo que les perdimos de vista. Es hora de acelerar el paso y ése es mi propósito para el nuevo año.Ni un paso atrás y cada día ir a ese "gimnasio educativo" donde adelgazar mis temores y fortalecer mis sueños.


Perdóname por desahogarme en estas fechas de sonrisas y celebraciones pero uno no elige sus pasiones, más bien al contrario, las pasiones lo eligen a uno. Me apasiona enseñar pero creo que es momento de dejar de mirarse el ombligo y no conformarnos hasta que a ellos, a nuestros alumnos y alumnas,  les apasione aprender (¿hay mejor estándar?).   “Como no sabían que era imposible, lo hicieron”. En ello estamos.