Nov 24, 2014

reflexionando sobre evaluación : los exámenes

El examen no es el instrumento idóneo para saber lo que sabe un alumno, especialmente si hablamos en términos de competencias.  ¿Cuál es su fortaleza didáctica? ¿Cuál es realmente su valor educativo? Entre otras cosas, los maestros pensamos que solo por el mero hecho de conocer la materia somos competentes para crear una prueba de evaluación.  La codificación de PISA nos demuestra lo contrario.
En nuestro día a día es más fácil corregir unas faltas de ortografía que la coherencia o la adecuación de una composición escrita; es más fácil  corregir una pregunta sobre una fecha o un dato (que la LOMCE tanto propugna ahora) qué explicar las causas de una acontecimiento histórico. Los exámenes fomentan (generalmente) un aprendizaje repetitivo, una memoria inmediata y no una comprensión global o aprendizajes significativos. Por no hablar de que fomenta una visión reduccionista del conocimiento (la respuesta única, el volcado de la información memorizada tal cual; pocas veces un examen fomenta el pensamiento, el razonamiento, la argumentación,…nuestros “controles” se parecen muy poco a los ítem de las evaluaciones externas. También habría que hablar de la supuesta "objetividad" de las pruebas. Ya dije en otro post que el problema no es la objetividad o no, o si me apuran, la justicia o no, el problema en la evaluación es la arbitrariedad.  ¿Justicia es evaluar a todos por igual, incluso como decían alguien no sabiendo el nombre del auto del examen?

Y lo que para mí es más grave: suelen ser un ataque directo a la diversidad del alumnado. Si esta diversidad está presente en las programaciones, en las tareas cotidianas del aula.. ¿Por qué no evaluar para y desde la diversidad? ¿Por qué seguir identificando aprobar y saber? (y por tanto identificar el suspenso con el “no sabe”) ¿Por qué va a ser el examen el que priorice qué es importante y qué no; es que el alumno no aprende más que lo que se evalúa? ¿Evaluamos siempre lo más importante?  ¿No estamos fomentando el interés por aprobar en vez del interés por aprender? 

 ¿No debería ser la evaluación una ayuda para el alumno para favorecer su aprendizaje y una ayuda para el profesor para mejorar la respuesta educativa a las necesidades de sus alumnos?

¿Y qué hacer entonces? Ojalá tuviera la solución. Tengo mi experiencia:


Yo no realizo exámenes. En 6º de primaria creo que no deberíamos realizarlos (salvo quizá como aprendizaje de una técnica de trabajo, como se aprende a rellenar una encuesta, a  escribir una carta, a hacer un resumen…).  Y cuando paso una prueba escrita no la califico con notas, solo con valoraciones individuales sobre los errores (por cierto, no los aclaro, solo los indico para que sea el alumno el que los rectifique); sobre las mejoras posibles, sobre los planteamientos acertados…. Hago comentarios, doy consejos, formulo preguntas, pongo ejemplos…  Creo que les ayuda más a aprender y entiendo el examen como eso, una ayuda para el alumno. En definitiva, será el uso de la información que nos da el examen lo que hará de ellos algo útil o inútil.

Trabajo sin libro de texto en ninguna materia. Elaboro mis propios materiales (¡benditas TIC!) ya que me ayudan a atender mejor la diversidad que la propuesta única de una editorial (utilizo Hot Potaoes, Cuadernia, Webquest y cazas del tesoro, Blogs y Wikis y otras herramientas de la web 2.0,  herramientas colaborativas...) . Además prefiero ser yo quien decida las lecturas que leen mis alumnos,  y quien formule las preguntas que le ayuden a su comprensión; prefiero decidir yo la dificultad de los problemas, y los estímulos (en lenguaje PISA) de cada tarea; prefiero ser yo quien decida qué se da en clase y qué no; que se evalúa y qué no;  ninguna editorial puede sustituirme porque soy quien mejor conoce a mis alumnos, quizá me den seguridad y comodidad pero entonces dejaría de ser maestro  (cualquiera puede aplicar una guía didáctica sin más). No busco ninguna de esas dos cosas.  El arte de educar es mucho más que eso.  Creo firmemente que los maestros necesitamos reivindicar nuestro trabajo, disponer de mayor autonomía y, también, por supuesto, rendir cuentas (¿cuándo fue la última vez que alguien nos ha evaluado?). No soy partidario del examen (tal y como suele utilizarse) pero sí de una auténtica cultura evaluativa que no existe.


Utilizo una metodología cooperativa mediante grupos de tarea multinivel.  La evaluación se convierte en una actividad más integrada en el aprendizaje. En un momento importante para aprender.  ¿Instrumentos? Las rúbricas de evaluación, los registros de actividad, el portafolio, la entrevista con el alumno.  ¿los métodos? La observación, el informe individual, el análisis de actividad, los indicadores de logro, sin olvidar la importancia de la autoevaluación y la cooperación como medida coherente con mi opción metodológica. 


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